Y no hay nadie mejor para la afición

El pasado 17 de agosto el Granada CF disputó la primera jornada de Liga en su regreso a Primera División y ese día marcó un antes y un después para muchos aficionados. Las primeras sensaciones del equipo fueron impresionantes pero nadie, ni en su máximo apogeo optimista, pensó que íbamos a vivir noches como la de ayer.

El partido de anoche comenzó muchos días e incluso semanas antes, desde que supimos el rival al que tendríamos que enfrentarnos y que la vuelta tendría lugar en el Nuevo Los Cármenes. Ese encuentro se convirtió en una cita que todo el granadinismo había estado esperando toda su vida. Una fecha marcada en rojo en el calendario. Un placer inexcusable.

Aún es difícil saber lo que sentimos y expresarlo con palabras es mucho más difícil todavía. Pero todos los granadinistas sabemos cómo nos sentimos todos y cada uno sin necesidad de explicarlo. Ayer miraráramos hacia donde miraráramos veíamos a aficionados rojiblancos horizontales y con tan solo un cruce de miradas notábamos la complicidad, el deseo en común pero sobre todo el orgullo, la ilusión y la felicidad que desprendíamos.

Mucha gente pensaba que las expectativas que se estaban formando alrededor del partido de ayer iban a ser demasiado altas pero finalmente la afición superó con creces cualquier pensamiento, cualquier expectativa, cualquier barrera. Lo que se vivió ayer fue algo mágico, inexplicable.

El Granada CF no ganará la Copa pero lo que sí que ha ganado es el cariño de toda una ciudad. El sentimiento granadinista se ha ido transmitiendo de generación en generación pero lo que más puede unir a un equipo con su afición es compartir momentos como los de esta semana.

La afición compitió desde antes de que empezara el encuentro creando un ambiente incomparable, inigualable. Miles de personas acudieron a recibir al equipo haciendo el sueño todavía más grande. 

Una vez dentro del estadio, el partido dio comienzo y la afición seguía apoyando al equipo como nunca. Era un día importante y todos lo sabíamos. La ocasión lo merecía, el granadinismo se lo merecía.

Cuando llegó el primer gol del partido, gracias a un testarazo de Carlos Fernández, el estadio se vino más arriba todavía. Explosión de júbilo, ilusión, sentimiento, alegría y lágrimas. El Granada CF había empatado la eliminatoria y además, estaba dominando el partido y siendo superior al rival.

Pero cuando llegó el turno de Germán… Eso sí que no se puede comparar con nada. Ese momento, esos minutos en los que estuvimos clasificados para la final de la Copa del Rey fueron los mejores para cualquier granadinista. Todo lo que pueda decir se queda corto.

El resultado no fue el que queríamos ya que el Athletic logró marcar un gol en su única ocasión en todo el partido y con ese gol consiguieron pasar a la final pero no ganar el partido, porque el partido lo ganó el Granada CF y por goleada. Los rojiblancos consiguieron algo que muchos equipos desearían tener, la ilusión y el amor incondicional de todos sus mayores, jóvenes y niños. Ha conseguido que toda una ciudad se sienta identificada con los valores de su equipo y todos los jugadores se han sentido identificados con su afición. Lo que se ha creado vale mucho más que cualquier trofeo. Como dice la canción de la serie de Campeones que protagonizan Oliver y Benji: “Y no hay nadie mejor para la afición”.

El fútbol no fue justo ayer en Los Cármenes pero nos debe una y nos la pensamos cobrar. Ahora toca levantarse, volver a mirar hacia arriba, valorar donde nos encontramos en Liga y seguir soñando, porque este equipo nos ha llevado a lo más alto y lo seguirá haciendo.

 

Imagen: Twitter Granada CF.

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