La fe no mueve montañas

El amago de reacción del Granada CF en la segunda parte no es suficiente para evitar su segunda derrota consecutiva (2-4) y la caída al descenso tras un desastroso primer tiempo frente al Girona.

Hay tres evidencias preocupantes. La primera, que el Granada CF dormirá en puestos de descenso como mínimo hasta el domingo. La segunda, que el conjunto dirigido por Paco López es de largo el peor de Primera en términos defensivos, doblando en goles recibidos a prácticamente todos los equipos de la categoría. La tercera, que mientras no se revierta la segunda, la salvación será más cuestión de fe que de argumentos. 

El fútbol, por desgracia, no es una religión. De fe no se vive. Y mucho menos cuando esta llega en las segundas partes, como último y único remedio frente a la tragedia inminente. Es a lo que intentó agarrarse el Granada tras una primera parte desastrosa, peor incluso que la de Anoeta. 

Una pendiente en contra inescalable

El equipo llegó al descanso con un hándicap de tres goles, que podría haber sido incluso mayor. Su resistencia en el primer acto duró lo que tardó Tsygankov en desequilibrar el partido. Lo hizo el delantero ucraniano con un gol de bella factura, cruzando el balón a la escuadra desde la frontal tras recibir el balón de Savio. El brasileño de 19 años fue nombrado el jugador del partido merecidamente, después de hacer lo que quiso con la defensa del Granada en todo momento y en todas las partes del campo.

A partir de ahí, el Girona jugó a placer, como si el campo se hubiera volcado a su favor, convirtiéndose en una montaña inescalable para los locales. Por momentos, el duelo recordaba más al España-Chipre del pasado martes que a otra cosa, solo que con los roles invertidos, y el equipo local siendo arrollado. La imagen era siempre la misma: camisetas rojiblancas llegando tarde a intentar evitar la circulación de balón de los hombres del Girona.

El Girona pudo sentenciar antes del descanso

Un Girona que, para ser justos con su rival, es ahora mismo el equipo más en forma del campeonato detrás del Real Madrid. Empatados con el mismísimo Barcelona en segunda posición, los de Míchel practican un fútbol de quilates aderezado con la tremenda pegada de sus hombres de arriba. El segundo de la noche lo marcó el propio Savio desde la frontal, aprovechando una pérdida comprometida de Melendo. 

El menudo centrocampista catalán arriesga en ocasiones demasiado en la conducción, y en esta ocasión él y sus compañeros acabaron lamentando su pérdida de balón. Pidió falta en la acción, pero el colegiado no la vio. Sí que vio la siguiente, en este caso con el propio Melendo como infractor y amonestado. El Girona la colgó al área. Otro ucraniano, Dobvyk, prolongó y David García remató a placer para hacer el tercero.

Corría el minuto 35 y el Granada perdía 0-3. Llegaban los primeros pitos esta temporada de una afición desesperada con el desempeño de su equipo. Los visitantes pudieron incluso marcar el cuarto, pero Ignasi Miquel salvó el disparo de Tsygankov con Raúl Fernández ya vencido. Justo antes, en el minuto 40, Uzuni había desaprovechado la oportunidad de recortar distancias de cabeza, en el primer remate de su equipo en todo el encuentro.

Cambio de chip

Así las cosas, la charla de Paco López se preveía larga. Y lo fue. Tanto que sus pupilos saltaron al campo más tarde de lo esperado, con el Girona calentando sobre el campo. En cualquier caso, la charla del nuevo “chamán” dio efecto. El Granada salió al campo con los mismos hombres y los mismos argumentos, pero con un punto de fe y determinación que no se le había visto hasta entonces.

Una determinación, eso sí, no exenta de riesgos. El partido se convirtió en un correcalles en el que en ningún momento se podía descartar ni el 1-3 ni el 0-4. En los diez primeros minutos, Uzuni tuvo hasta tres ocasiones. Todas ellas detenidas por Gazzaniga, si bien dos de ellas habían sido anuladas por fuera de juego.

El milagro estuvo cerca

Myrto es, probablemente, el termómetro más fiable de la deriva de la escuadra andaluza. Cuando el albanés está acertado, el Granada funciona. Ahora mismo, ni el delantero está acertado ni su equipo está funcionando. A pesar de ello, ni la fe del punta ni la del colectivo son negociables. A la quinta fue la vencida para Myrto en el minuto 63, cuando embocó a gol un saque de esquina aprovechando la prolongación de cabeza de Ignasi Miquel. 

Una sola cerilla bastó para volver a encender la chispa del fortín nazarí. La parroquia rojiblanca vio como los suyos se echaban hacia adelante, con más corazón que fútbol. Sin embargo, el Girona volvió a anestesiar el partido a través de la posesión del balón, aprovechando la entrada de un ex rojiblanco: Yangel Herrera.

El Granada parecía haber claudicado, pero en el minuto 85 la fe de los pupilos de Paco López les acercó al milagro. Gonzalo Villar, que volvió a demostrar que merece ser más que un revulsivo, puso un balón diagonal a la cabeza del también recién entrado Famara. El senegalés mandó el balón al otro palo, donde Boyé fusiló a Gazzaniga para poner el 2-3. El argentino ha tenido que lamentar una derrota en los dos partidos que ha jugado de rojiblanco. Sin embargo, en ambas ocasiones no solo ha marcado, sino que ha dejado detalles de gran delantero.

La fe no mueve montañas

Por desgracia, para mantenerse en Primera no basta con un gran delantero. Ni con una fe inquebrantable. Se llame esta Bryan Zaragoza, Lucas Boyé o afición. El milagro nunca se confirmó, porque Couto sentenció para el Girona en el minuto 89. Por aquel entonces, el bloque local ya estaba totalmente volcado. El extremo recogió un pase no intencionado de Stuani, recortó y fusiló a Raúl para poner el 2-4 definitivo en el marcador.

Míchel suspiró aliviado, y los suyos se aseguran como mínimo dos jornadas más en puestos de Liga de Campeones. El proyecto gerundense ilusiona, y mucho a los suyos. Todo lo contrario, hasta el momento, que el del Granada. Si la Liga terminara hoy, los de Paco López volverían a Segunda siendo el equipo más goleado con diferencia de la categoría. 

Las reacciones de los rojiblancos en los dos últimos partidos pueden resultar hasta conmovedoras. Recuerdan, en cierta medida, al pundonor mostrado por el Elche la temporada pasada a pesar de su inevitable deriva. El final de esa historia por todos es conocido. La fe no mueve montañas. Hace falta cambiar, y para ello son necesarios argumentos futbolísticos. Las Palmas espera.

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