Crónica del Real Sociedad 5 – Granada CF 3 | Juveniles
El Granada CF cae con contundencia en Anoeta (5-3) en un partido nefasto de los de Paco López, que consiguieron maquillar el marcador en los minutos finales.
A quien no viera el partido del Granada en el Reale Arena, y lea esta crónica pensando que el equipo sucumbió en un trepidante intercambio de golpes, lamento el desengaño. Lo cierto es que, a pesar de maquillar el resultado en los minutos finales, los pupilos de Paco López no parecieron ellos mismos durante buena parte del partido. Más bien recordaron a aquel equipo plagado de juveniles y reservas que compareció en este mismo estadio hace tres años a causa de un falso brote de coronavirus.
Comparar al Granada de hoy con ese peculiar conjunto podría parecer injusto. Injusto para ese “filial improvisado”, que luchó con pundonor hasta el final del partido a pesar de conocer su sino casi desde antes del pitido inicial. Injusto también para la plantilla actual, que no merece ser descalificada de esa manera, puesto que ya bastante están haciendo para multiplicar los panes y los peces, y competir como pueden semana tras semana. Ahí radican precisamente los dos elementos comunes de ambas escuadras: el pundonor como arma insuficiente ante preocupantes carencias individuales y colectivas.
Kubo, de duda a MVP
Centrándonos en el Granada de hoy, que es el que nos ocupa y nos preocupa, sus esperanzas de ganar duraron lo que un tal Takefusa Kubo quiso. Sí, han oído bien, Kubo, el mismo que parecía estar entre algodones en la víspera del partido. La escuadra andaluza salió bien pertrechada atrás, en bloque bajo y con la novedad de Víctor Díaz en el carril derecho en detrimento de Quini. A la primera que les pilló la Real en bloque alto, allá por el minuto nueve, pase filtrado de Brais Méndez entre Neva e Ignasi Miquel (especialmente desacertados ambos en todo el partido), y Kubo no perdonó (1-0).
El conjunto rojiblanco horizontal se ponía por detrás en el marcador, pero lo peor eran las sensaciones. En la medular, a diferencia de los choques anteriores, Sergio Ruiz y Gumbau casi ni la olían. Probablemente perjudicados por la retirada de su socio Melendo para dar cabida a un Lucas Boyé al que apenas le llegaron balones, pero que peleó todo el partido. Tampoco fue el día de Bryan Zaragoza, perfectamente neutralizado por los de Imanol Alguacil a pesar de intentarlo partiendo de todas las posiciones.
El Granada aguantaba un chaparrón. No el meteorológico, que también. La Real apretaba oliendo la sangre, aunque sin llegar a gozar de ocasiones clarísimas, mientras que los visitantes no dispararon a puerta en toda la primera parte. A pesar de ello, consiguieron empatar. Fue en el primer saque de esquina a favor. Sergio Ruiz lanzó una flecha en dirección al talón de Le Normand, el único sitio en el que parecía que su equipo podía infligir un golpe. Gol en propia puerta y 1-1 a falta de diez minutos para el descanso ante el estupor de la parroquia txuri urdin.
Otro mazazo antes del descanso
Al igual que en el Metropolitano, el júbilo visitante iba a ser efímero. Nueve minutos después, Kubo recogía un balón tras una gran salida de su equipo en la que pilló al Granada roto (no sería la única vez en el choque). El japonés recortó hacia dentro y golpeó. El balón tomó una parábola inalcanzable para Raúl Fernández, en lo que algunos considerarán uno de los goles de la jornada, si bien contó con la ayuda del toque en Neva. En cualquier caso, esto sirvió a la Real para irse 2-1 arriba a vestuarios. Una ventaja que pudo ser mayor, al igual que el día del Metropolitano, puesto que los de Paco López parecen empeñados en tirar los partidos por la borda en el añadido de los primeros tiempos.
Salvó el Granada los muebles, y Paco intentó tapar las fugas colocando a Víctor Díaz como central a la salida de vestuarios. Así, se pasaba del 4-4-2 inicial al 5-4-1 con Callejón como carrilero derecho, Uzuni y Bryan en los extremos, y Boyé como única referencia arriba. Por un momento, el Granada pareció mejorar, pero fue un oasis antes de la tormenta.
Vendaval goleador de la Real
En poco más de quince minutos, los transcurridos entre el 59 y el 76 la Real no solo sentenció el partido, sino que culminó una dolorosa manita. El tercero lo anotó Zubimendi a asistencia de un Brais Méndez que controló casi en el área pequeña ante la preocupante pasividad de la zaga nazarí. El pase a Brais, cómo no, del hombre del partido: Takefusa Kubo. El cuarto fue obra de Barrenetxea en una jugada preciosa de los txurdi urdin, tras recibir este una asistencia de espuela de Oyarzábal y cruzar a la perfección en el mano a mano.
Justo antes del tanto de Barrenetxea, Paco López, nada contento con el rendimiento de los suyos, había realizado un cuádruple cambio. En dicha ventana, entró el canterano Miki Bosh, lo que no hace más que evidenciar que el Granada va muy justo de efectivos atrás, a la espera de la recuperación de Vallejo y Torrente. Precisamente de Miki (en propia) fue el último gol de la Real. El jugador del Recre la pifió en un despeje y el balón le cayó a Kubo. El japonés golpeó en busca de su triplete particular, pero fue Miki quien la metió en su propia puerta. El error, si bien grosero, es indultable, teniendo en cuenta que no fue más que una mancha más en la ya de por sí oscura actuación de todo el equipo.
Resultado maquillado, sensaciones preocupantes
Se llegaba al último cuarto de hora con un 5-1 y la sensación de que el resultado podía terminar en bochorno. No fue así porque al Granada al menos no le faltó el pundonor. Para ser justos, también tiene que ver que la Real levantó el pie del acelerador y se dedicó a disfrutar después de un complicado inicio liguero (tres partidos, tres empates).
Estas dos circunstancias provocaron que el equipo granadino pudiera maquillar el resultado en los minutos finales. Primero con un tanto de Boyé cruzando el balón a la perfección tras una gran jugada individual. Su gol y su brega, una de las pocas noticias positivas del partido. El 5-3 final lo puso Bryan con un gran golpeo a la escuadra, tras una asistencia exquisita de Gonzalo Villar. El ex de la Roma todavía tiene que conformarse con entrar en los minutos finales, pero lo cierto es que cada vez que entra saca algo para su equipo. La otra gran buena noticia que se puede sacar del duelo en tierras vascas.
En cualquier caso, siendo realistas, la parroquia rojiblanca tiene motivos para preocuparse. El mercado ya ha cerrado, y los violines de Boyé y Villar no son suficientes ante equipos que tienen montada toda una orquesta (véase la Real). Por ver el vaso medio lleno, el Granada probablemente llegue al parón de selecciones fuera de los puestos de descenso (salvo resultados adversos). Ahora los de Paco López tienen 16 días para cambiar el chip antes de la visita del Girona. Por el bien del equipo, la imagen del Reale Arena no puede repetirse.
