¡Basta ya!

El Granada CF volvió a salir cabizbajo del Bernabéu | Algunos aficionados vitoreaban los goles del equipo blanco

Basta. Ya está bien. Tanto por unos, como por otros. Ni parte del equipo ni algunos aficionados, por suerte la minoría, merecen estar en primera. Es duro leerlo, también lo es escribirlo, pero es la realidad.

La afición es el tesoro más preciado de un equipo. La base de cualquier club deportivo. La que construye y mantiene el sentimiento. La que sufre y lucha con su equipo. La que levanta la moral y anima en los malos momentos. Sobre la que se sostiene una mala racha del equipo. La que recibe entre aplausos y con cariño a los suyos. La que, independientemente de la categoría donde se milite, siempre está ahí.

Un aficionado no es esa persona que es de un equipo mientras no vea a otro mejor, mientras no juegue contra un grande o contra otro que gane más. No, un aficionado no es eso ni por asomo. Esas personas no son aficionadas a un equipo de fútbol, son aficionadas al deporte del balompié, pero no son capaces de crear sentimientos por unos colores en particular ni se identifican con el juego de algún conjunto. Les puede gustar el fútbol, no se pone en duda, pero es fácil ser feliz celebrando solo victorias. Fácil y cómodo.

Claro que es complicado ser hincha de un equipo que pierde semana tras semana. Es muy difícil salir de un estadio a casi 500 kilómetros de tu casa, al que has ido lleno de ilusión y cuando te esperan cinco o seis horas de viaje en autobús de vuelta, con un nudo en la garganta y los ojos lagrimosos después de un partido en el que el equipo no ha dado la talla, le ha faltado orgullo, dignidad y no ha luchado lo suficiente. No vamos a mencionar el resultado, al fin y al cabo perder es perder, por un gol en contra… o por cinco.

Los jugadores merecen un tirón de orejas, que entiendan que nunca hay que bajar los brazos y se debe luchar hasta el último segundo. Si en la primera media hora ya llevas tres goles en contra y desde entonces das por perdido el partido, lo único que puede pasar es que sigas recibiendo tantos en contra sin conseguir sumar nada. Se puede perder pero con dignidad, haciendo ver a la afición que el líder de la tabla puede contigo, pero que el césped del Bernabéu se lleva hasta la última gota de sudor fruto de tu esfuerzo. Los aficionados aguantan la derrota siempre que vean que los suyos luchan por conseguir una victoria, pero perder y ser humillados por la actitud del equipo es insoportable. La hinchada no es rencorosa, todo puede quedar en una mala primera vuelta si los nazaríes tienen la capacidad de reaccionar a tiempo y enmendar la situación.

Los verdaderos aficionados al equipo rojiblanco no son los cuatro que ayer aprovecharon la visita al Bernabéu para saborear los goles con los que el Real Madrid hundía al Granada, no. Los verdaderos aficionados son los que madrugaron y fueron llenos de ilusión creyendo que podían ganar a los merengues. Los que se quedaron frente al televisor con las tripas revueltas. Los que al descanso tenían la esperanza de una remontada histórica. Esos que se se entristecen jornada tras jornada pero confían en la salvación al final de temporada, pero que aunque el equipo descienda, seguirán con los colores rojiblancos sobre su piel y no darán la espalda. Los que el próximo domingo a las 18:30 entrarán por las puertas del Nuevo Los Cármenes cargados de ilusión porque su equipo se va a dejar el alma en el terreno de juego para conseguir la segunda victoria.